Recorre la silueta áspera de una estrella.
Sumérgete, en el agua fría de un hoyo negro.
Envuelve a un planeta con tu lengua
y escucha la música que suena
cuando dos galaxias bailan.
Contempla cada partícula, olfatea cada recuerdo.
Advierte el cielo con algo más que tus sentidos.
Pero no vuelvas cuando hayas leído:
«el universo eres tú».
Regresa, cuando lo hayas comprendido.