lunes, 24 de febrero de 2014

Tía Sinn






Suerte que siente el soltero
si duerme en tu boca y encuentra
mieles y especias frescas
sonrisas de tinta y pinceles,
tejidos en cimas tendidos
prendidos por climas ardidos;
ojos azabache
que en sombras no están perdidos.

Amazona, diosa cuasi espejismo
lluvia lunar que me empapa
gotas derrapan y escapan
causando en sus hierbas sismos

Entre espacios me transporto
fluyo cual dragón de agua.
Bombas recorren y son nada
cuando vuelven dragones
a presionar tu espalda.

Se es feligrés
del porvenir si no lo ves
pero de a mes que te ame
pones más mi fe alrevés;
creencias no extravío
así tenga más de tres

De Luis David Esparragoza

La pulga

Fíjate en esta pulga, mírala
y advierte el nimio obsequio que me niegas;
chupó primero en mí, después en ti
y en su cuerpo se juntan nuestras sangres.
Acéptalo no puede ser pecado
ni deshonra ni pérdida de virgo
pues antes del cortejo ella ya goza
y engorda con la mezcla de las sangres
(que es algo más de lo que hacemos juntos).

Perdona las tres vidas de la pulga
en donde más que en matrimonio estamos.
Esta pulga es tú y yo, también el lecho
de nuestra boda y templo de esponsales:
pese a ti y a tus padres nos unimos
entre estos vivos muros de azabache.
Sé que vas a matarla, mas no añadas
a este crimen suicidio y sacrilegio,
tres pecados por una muerte triple.

Cruel y apresurada, ¿por qué tiñes
tu uña en esa sangre de inocencia?
¿De qué pudo esta pulga ser culpable
salvo de haber chupado una gotita?
Sin embargo, tú triunfas, y me dices
que no estamos más débiles ahora.
Aprende entonces que tu miedo es falso.
Tanto honor perderás si te me entregas
como vida esta pulga te ha quitado.

De John Donne

sábado, 8 de febrero de 2014

Katrina, mi tormento




Para Katrina y a mí, que no nos dejamos querer.

Cuánto hay que esperar
para bailar otra vez
entre copiosas lluvias
no hay danza sin un traspiés.
Katrina lo sabía,
Más nunca perdonó.

Lo mío no es el teatro,
prefiero roces y tacto.
Si deben subir telones
quedo frio en el acto
con tus palabras de hielo
que en calor congelan tanto,
aplausos cual gotas cayendo
que deprimen mi cuarto

Aspiro no ser intenso,
y tenso yo no descanso,
cuando te pienso alcanzo
trances olor incienso

El jueves te fugas,
al menos te veo los lunes.
Nena, de ser tú presumes
suave cruzas el túnel.
Yo me quedo sin ver
alcanzar luces y cumbres,
viéndote ser alegre,
atormentar al hombre

Del rocío al huracán
que moja y roba mi pan,
ofrenda para los dioses
que sobre tu piel están.
Tomo vinos en recesos,
mojo tus labios lila,
con cristales que en sorbos
de lujuria brillan

El bosque te dedica
sinfonías alegres.
Solo quiero que celebres
y disfrutes la estadía.
Despoja tus prendas,
entrega tu carisma,
mas, agrega carácter
o no serías la misma

De Luis David Esparragoza 

sábado, 1 de febrero de 2014

Rayo que no cesa ( I y II )



      1

    Un carnívoro cuchillo de ala dulce y homicida
    sostiene un vuelo y un brillo
    alrededor de mi vida.

    Rayo de metal crispado
    fulgentemente caído,
    picotea mi costado
    y hace en él un triste nido.

    Mi sien, florido balcón
    de mis edades tempranas,
    negra está, y mi corazón,
    y mi corazón con canas.

    Tal es la mala virtud
    del rayo que me rodea,
    que voy a mi juventud
    como la luna a mi aldea.

    Recojo con las pestañas
    sal del alma y sal del ojo
    y flores de telarañas
    de mis tristezas recojo.

    ¿A dónde iré que no vaya
    mi perdición a buscar?
    Tu destino es de la playa
    y mi vocación del mar.

    Descansar de esta labor
    de huracán, amor o infierno
    no es posible, y el dolor
    me hará a mi pesar eterno.

    Pero al fin podré vencerte,
    ave y rayo secular,
    corazón, que de la muerte
    nadie ha de hacerme dudar.

    Sigue, pues, sigue cuchillo,
    volando, hiriendo. Algún día
    se pondrá el tiempo amarillo
    sobre mi fotografía.


      2

    ¿No cesará este rayo que me habita
    el corazón de exasperadas fieras
    y de fraguas coléricas y herreras
    donde el metal más fresco se marchita?

    ¿No cesará esta terca estalactita
    de cultivar sus duras cabelleras
    como espadas y rígidas hogueras
    hacia mi corazón que muge y grita?

    Este rayo ni cesa ni se agota:
    de mí mismo tomó su procedencia
    y ejercita en mí mismo sus furores.

    Esta obstinada piedra de mí brota
    y sobre mí dirige la insistencia
    de sus lluviosos rayos destructores.

    De Miguel Hernández